Reto 32 # Entorno rural de un pueblo de Castilla

"Los sábados, las brujas de Cantabria, tras churrar y al grito de "Sin Dios y sin Santa María, por la chimenea arriba", parten volando en sus escobas rumbo a Cernégula donde se celebran sus reuniones brujeriles alrededor de un espino, para luego proceder al bailoteo y chapuzarse en una charca de agua helada".

Y así era, además aquel año, 1587, el 31 de octubre, sábado, se abría la barrera entre el mundo de los humanos y el reino de los espíritus, permitiendo el paso entre los dos. Aquella noche, las brujas encendían fogatas, cubrían sus mesas de manjares y bailaban eufóricas alrededor de la charca esperando la llegada del dios del subsuelo y el inframundo junto a su séquito, con quienes se unirían en una orgía desenfrenada durante toda la noche.


No contaban aquella noche las brujas con la aparición en escena de una tierna niña de quince años, que escondida entre los arbustos, asistía atónita a semejante espectáculo. Al ser descubierta las brujas enloquecieron, agarraron a su, ahora, rehén y entre todas la arrastraron hasta la hoguera sin dejar de gritar y cantar. 

Lucrecia, que así se llamaba la joven lloraba y se arrepentía una y otra vez de su decisión. Intentar pedir ayuda a las brujas una noche como aquella había sido un gran error. Tal vez la quemarían, o la entregarían en sacrificio, qué sabía ella, con las brujas se podía esperar cualquier cosa. Cualquier cosa menos que se interesasen por ella y por la razón que la llevaba hasta allí. 

Lucrecia, con una voz que más bien parecía un susurro, les contó que requería de su ayuda para conseguir que el hombre al que amaba se entregase a ella. Las brujas la soltaron inmediatamente y la más vieja de todas se acercó despacio hasta ella. 

Su problema tenía solución, pero ella tendría que hacer algo a cambio. Tenía que llevarles sangre de su propia menstruación, la semilla de su amado y un gallo que jamás hubiese copulado con ninguna gallina. Solo así sería amada, solo así conseguiría su deseo. Con todo ello debía volver en cuatro sábados, de forma contraría nunca funcionaría. 

Pasados cuatro sábados Lucrecia volvió a la charca de Cernégula con todo cuanto de ella habían requerido. Las brujas mezclaron los ingredientes añadiendo hierbas y pociones y se lo dieron de beber a la joven. Una vez vaciado el cuenco de barro sacrificaron al gallo, untando el cuerpo de la muchacha con la sangre derramada. Faltaba un paso más, desnuda y cubierta del líquido rojo tenía que dar dos vueltas a la iglesia del pueblo, esperando la visita del mismísimo diablo, quien tras copular con ella le prometería el eterno afecto de su joven enamorado. 

Lucrecia ciega por la posibilidad de tener lo que más ansiaba se encaminó hacía la iglesia, y a punto de terminar la segunda vuelta apareció delante de ella la silueta de su amado. Desnudo y ávido de ella. Fornicaron allí mismo, con el sonido de las campanas que empezaron a repicar solas. 

El ruido despertó a algunos vecinos que fueron curiosos a ver qué pasaba. Al llegar frente a la puerta de la iglesia vieron a Lucrecia yaciendo con un ser oscuro y fantasmagórico. Un ser demoníaco y horrendo para todos menos para ella, pues ella creía ver en él el rostro joven y agraciado de su amor. 

Tras este episodio la mujer, que nunca llegó a ser amada más que por el mismísimo diablo fue juzgada y condenada por la Santa Hermandad, muriendo en la hoguera aquella misma mañana. 


Comentarios

  1. Me has dejado boquiabierta. Realmente lo dio todo por amor. Aunque un amor equivocado. ¡Cuánta bruja anda suelta de la que no debemos fiarnos! A mi este reto me costó mucho, y me quedó muy largo. Pero ahí está, esperando ser leído. Saludos.

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  2. Acabo de leer tu relato, me ha gustado bastante, a veces hace falta algo más de un par de párrafos para expresar una idea. Te mentiría si te dijese que a mí no me costó escribirlo, pero como tú misma dices: el camino para llegar al resultado es más importante que el resultado

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