#Reto 1# Cuento en las estrellas

Advertencia solo dirigida  a quienes creen que el Universo y la vida son algo horrendo, y que el Autor de todo seguro que no existe, o que es un malvado... No sigas leyendo, no te va a gustar: lo que viene es maravilloso. (*)

Ella había nacido en las estrellas. Fue una pequeña explosión de luz lo que la trajo a la vida. Una cálida noche de agosto, el cielo se iluminó de ráfagas doradas, plateadas, rosas y azules. Había también destellos violetas, verdes, naranjas, blancos y de mil colores más que no tienen nombre en el idioma humano ya que no son perceptibles para su basto ojo. Su nombre era Eirene.

Eirene nació en Vega, una estrella de la constelación de la Lira, y la principal de la misma. Era un mundo brillante y luminoso habitado por gentes de diversa índole y condición que vivían en una hermosa armonía gobernada con justicia, talento y pasión. 

La niña crecía feliz. Volaba entre las distintas estrellas y planetas de la constelación a lomos de su unicornio alado. Porque sí, los unicornios alados existen. Se dedicaba a coleccionar momentos felices, risas, guiños cómplices, abrazos y besos, y los iba guardando en una pequeña cajita infinita que sus padres le regalaron en su quinto cumpleaños. 


Pasaba las tardes al cuidado de su abuela, ambas se cuidaban entre sí. Al calor de un chocolate caliente en invierno y al frescor de una limonada fría en verano, la abuela Adara le contaba a Eirene historias de lo más variopintas sobre mundos lejanos, seres extraordinarios, magos y brujas. 

Una tarde estaban sentadas frente a la ventana mirando el Universo que se abría frente a ellas. Einere señaló un planeta que se apreciaba en la lejanía, le fascinaba ver la mezcla de sus tres colores principales: verde, marrón y azul. Es La Tierra, le explicó su abuela. La Tierra repitió ella sonriendo. Con la cabeza apoyada en los brazos y su mirada fija en aquella canica flotante se concentró en lo que su abuela estaba a punto de contarle.

Corría el año 2025, según el calendario terrenal, comenzó a explicar Adara a su nieta. Los habitantes de La Tierra acababan de vencer una pandemia que diezmó su población. Lejos de continuar juntos y bailar al mismo son, en todos los países las crisis económicas, sanitarias - se había vencido a la enfermedad física, pero afloró en demasía la enfermedad mental -, alimentarias, sociales y políticas no habían dejado de crecer. Esto creó infelicidad colectiva. Cada vez había más odio en las familias, en los entornos laborales. Se veía violencia en las calles. Divisiones sociales. Lo que derivó en guerras, guerras entre países, guerras civiles, guerras entre hermanos. 

El planeta había demostrado con creces tener un nivel científico elevadísimo, pero éste superaba de largo su nivel de solidaridad y de todos es sabido que cuando esto ocurre, el planeta acaba por desaparecer.

La capacidad destructiva de la Tierra era tal que el Universo y el Autor tuvieron que intervenir por temor a perder uno de los mundo más bellos. Desde todos los planetas y estrellas se seleccionó a los mejores seres, los más nobles, los más inteligentes y los más valientes. Fueron enviados a La Tierra.

La misión de todos ellos, distribuidas estratégicamente a lo largo y ancho del globo, era "organizar" de nuevo La Tierra. Hacer ver a sus gentes que no existe otra forma de garantizar la supervivencia y el bienestar del conjunto. Que no se puede ignorar las necesidades materiales, culturales, espirituales y afectivas de todo el entorno, no solo de los humanos, sino también de los animales, de la flora, de la tierra, el agua y el aire tan importante para la vida. 

Camuflados en forma de médicos, agricultores, albañiles, maestros y banqueros se integraron en la vida en el Planeta Azul. Eran ángeles que con sus gestos, con sus pequeñas muestras de amabilidad y generosidad hicieron ver a las personas que allí habitaban que no iban por el camino correcto. No les fue fácil, los terrícolas los miraban con recelo, incluso llegaron a matar a diez de los nuestros. Pero nunca se rindieron, a cada insulto respondían con una sonrisa, a cada problema con una solución. Comprendieron que cada persona carga con un propia losa, y buscaron la forma de aliviar sus pesos. Tal y como nos enseñó el Autor. 

¡Es La Tierra un lugar tan bello mi niña! Tiene masas de agua que lucen cristalinas en algunos lugares y llenas de plásticos y basuras en otros. Tiene bosques en los que puedes perderte, verdes, muy verdes, donde huele a limpio, donde hay paz pero siguen talándolos para construir moles de hormigón y acero. Hay zonas donde el aire es puro y otras donde es marrón, espeso, irrespirable. Y lo más bonito: en todos los lugares hay vida, por muy húmedo, frío, caluroso o lejano que esté. Ya sea en el agua, en la tierra o en el cielo. Hay vida por todas partes y de todas las formas imaginables. Parece mentira que la raza humana esté tan empeñada en destrozarla. ¿Salvaron a La Tierra? Querida Eirene, aún siguen allí, aún siguen intentándolo. Consiguieron al menos retrasar su destrucción. 


(*) Comienzo del Ami, el niño de las estrellas. 


Comentarios

  1. Hola,
    He tardado en venir a visitarte, no ha sido un buen mes para mí. Pero me alegro haberme pasado por aquí y haber leído tu relato. ¡Qué bonito! ¡Qué no nos roben la esperanza!
    Gracias por tu visita.
    Saludos

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