Reto 25 # Todo el relato durmiendo

Esta historia está basada en hechos reales y está contada tal y como sucedió, por muy irreal que pueda parecer. 
Todo ocurrió en el puente de diciembre del año 2012. Rafa, Iza, Inma, Guille y yo decidimos volar a la Toscana y alquilar un coche para recorrer algunas de las ciudades más destacadas de la zona. Llegamos a Bolonia a primera hora de la mañana, con un frío que pelaba. Acababa de caer una buena nevada, y nosotros, no acostumbrados en absoluto a los paisajes blancos estábamos embelesados con la escena. En el mismo aeropuerto recogimos el coche, un Fiat Punto pequeñito, pero suficiente para los cinco. Rafa sería el conductor. Era el que más experiencia tenía, los demás llevábamos apenas unos meses con el carnet y la idea de tener nuestro primer percance en un país extranjero no nos atraía demasiado. 


Nuestra primera parada era Florencia, a unas dos horas de viaje. Como era temprano, las 8 de la mañana, conduciríamos hasta allí y tranquilamente desayunaríamos en alguna cafetería céntrica. Rafa se puso al volante y yo iba de copiloto, el móvil en una mano y el mapa con la ruta impresa, por si la cobertura fallaba en la otra. De todas formas Florencia estaba muy bien señalizada, no habría problema. 

Inma, Iza y Guille se acomodaron atrás, picoteando galletas para aplacar el hambre y hacer más ameno el trayecto. Íbamos hablando de esto y de aquello, de lo que esperábamos de Florencia, de dónde deberíamos ir primero, cuando la voz de Guille se acalló. No fallaba, era montarse en un coche y quedarse dormido. 

No habíamos recorrido ni dos kilómetros por carretera  cuando perdimos la cobertura. ¡Bendito papel que nunca falla!, menos mal que somos precavidos. Con lo que no contábamos, ni evidentemente lo contaba nuestro mapa, es con las obras en la carretera. Bueno, en principio no había problema, un desvío de unos veinte kilómetro y volveríamos a la ruta. Eso nos llevaría un retraso de media hora. Había hambre, pero aguantaríamos. A todo esto, Guille ni se inmutó a pesar de los gritos y el enfado de Rafa. 
Llevábamos ya algo más de una hora en el coche cuando la vegetación empezó a verse con mucha mayor frondosidad, así como la cota de nieve. Los vehículos eran cada vez menos y la tormenta arreciaba. 
Sin cobertura, sin mapa y sin nadie a quien preguntar decidimos parar en un lado de la carretera y esperar a que parase de nevar. Aguantamos veinte minutos, no más. El frío era helador y si seguíamos mucho más tiempo parados la nieve cubriría nuestro mini coche y entonces sí que tendríamos un problema. Volvemos a ponernos en marcha y seguir hacia adelante, ya llegaríamos a algún pueblo o a alguna gasolinera donde preguntar y tomar algo caliente que nos cambiase el humor. 

Una hora más tarde la carretera asfaltada se acabó, un camino de tierra nos dio la bienvenida al Parco Regionale della Vena del Gesso Romagnola. Una paisaje precioso, montañas y nieve por todos lados nos cautivó, aunque la ilusión solo nos duró unos minutos, los suficientes para ser conscientes de que estábamos perdidos en un Parque Natural y no sabíamos ni cómo volver a la carretera que nos llevaba hasta Florencia.  

Seguimos conduciendo durante algunas horas más entre veredas y nieve, eran cerca de las tres de la tarde cuando encontramos lo que nos pareció era un cazador cargado con rifle y un par de conejos al hombro. Bajamos Rafa y yo y casi suplicando le intentamos explicar nuestro problema. Empezó a reírse con una alegría que casi nos pareció ofensiva, pero aguantamos estoicamente a la única persona que nos podía ayudar. Nos dibujó un plano con la forma de salir del Parque y con nuestro mapa nos indicó cómo llegar a Florencia. Y nos ayudó. Nos ayudó tanto que conseguimos salir de allí, y por fin llegamos a Florencia. Eran las seis de la tarde, no habíamos comido, estábamos agotados y enfadados y llegando al hotel escuchamos a Guille desperezarse y decir: "¿Ya hemos llegado? Se me ha pasado rapidísimo, y además estoy descansado, ¡qué ganas de pasear por Florencia!"... A Rafa hubo que sujetarlo para que no se le lanzase encima. 




 


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