Reto 13 # La cicatriz

Aquella mañana se levantó algo aturdido, tenía la boca pastosa. La juerga de anoche debió de alargarse mucho, tiene una buena resaca. ¿Qué juerga? Si solo salió a cenar con su novia y luego volvió a casa después de acompañarla a ella a su apartamento. ¿Volvió a casa? La verdad es que no recuerda muy bien cómo volvió a casa. Pero a ella sí que la acompañó hasta su piso, ¿o no?
Mejor la llamará, ¿qué demonios le está pasando?, ¿por qué no recuerda nada?.
Se dirige con pasos torpes hacia la habitación, no lleva ropa, a pesar de que en el piso hace frío. Tiende la mano hacia el móvil que está en la mesita de noche cuando observa en el dorso de su mano un sello. ¿Qué es esto?, ¿Qué pone? Parece como un sello de discoteca. Llevaba cerca de cuatro o cinco años sin ir a ninguna discoteca, ¿qué hizo anoche?. Se empieza a angustiar, esto no es típico de él. Es un hombre responsable, demasiado para sus treinta y cuatro años, trabaja en un buffet de abogados desde hace diez años. Sale con su novia de la infancia, desde hace... ¿cuántos años hace ya? Veintitrés si no recuerda mal. Aún no se han ido a vivir juntos porque lo correcto sería pasar antes por la vicaría y ella no quiere hacerlo hasta haber sacado su plaza de juez. Además, le daría un disgusto terrible tanto a sus padres como a sus suegros. No, sería una locura. 
María Amparo tiene que saber qué pasó ayer, tiene que saber de qué es ese sello, tal vez sea una broma de ella. Es muy bromista. Una vez se escondió en el baño y simuló que no estaba en casa para darle un susto. Sí, aquella fue una buena broma. María Amparo es muy graciosa.
Al coger el smarthphone ve que tiene un mensaje de Whatsapp de un número desconocido. Pulsa en el icono verde y lee: "Lo de anoche fue increíble. Mimi". ¿Pero qué clase de locura es esta?, ¿Quién es Mimi?. Ahora sí que no entiende nada. Le falta el aire. Se sienta en la cama y pone la cabeza entre las piernas intentando respirar. Necesita despejarse, eso es. Se dará una buena ducha y lo verá todo más claro. Se dirige raudo hacia el cuarto de baño y el mirarse al espejo ve una cicatriz enorme que le va desde la ceja derecha hacia la parte superior de la cabeza, llegando hasta casi el nacimiento de su pelo negro y rizado. ¿Pero qué co...? No llega a decir la palabra malsonante porque él no es así, pero la angustia invade su cuerpo, le viene una arcada y corre hacia el inodoro. Ahí, tumbado y abrazado al sanitario deja salir todo el mal que lleva dentro.
Cuando ya no tiene nada más que vomitar, vuelve a por el teléfono y obviando el mensaje de esa tal Mimi, busca el teléfono de su novia entre las llamadas recientes. - Hola María Amparo, ¿qué tal?, sí, sí, bien. Oye, una pregunta, anoche... te acompañé a casa, ¿verdad?, sí, sí, claro, no, por supuesto que me acuerdo, sí, sí, nada, es que he tenido un mal sueño, solo quería saber que estabas bien, sí, sí, no te preocupes, claro, sí, eso haré, vale, tranquila, sigue estudiando. Sí, yo también. Adiós" Acompañó a María Amparo a su casa a las 23.00 h y dijo que se iba a casa dando un paseo. ¿Pero qué pasó por el camino?, ¿Quién es Mimi?, ¿Cómo se hizo esa brecha en la frente?..  Las preguntas le atormentan y su cabeza se vuelve a llenar de nubarrones.
Tal vez la respuesta esté en Mimi. Llamará a ese número y seguro que ella le ayuda a entenderlo todo. Vuelve a coger el teléfono y llama a ese número anónimo. - Sí, hola, hola, ¿eres Mimi?, ¿Sí?, Yo soy Pedro. Sí, sí, hola. Sí, estoy bien, sí, un poco de resaca. Ya, sí, claro. Una cosa, es que, a ver, anoche, creo que tú y yo, no sé, esta mañana estaba en mi casa, y vi tu mensaje, sí, claro, no, esta mañana, y ya, vi tu mensaje, y a ver, que no sé quién eres, no, de verdad, lo siento, no, no me acuerdo, no, no recuerdo nada, de hecho no sé ni cómo llegué a casa, no, ¿tú podrías?, ¿te acuerdas?, sí, ya, ¿con amigos?, ¿recuerdas sus nombres?, entiendo, ¿dónde?, ¿dónde está eso?, ah, vaya, ¿y en qué momento?, ¿en serio?, pero si yo.. ah, ya, te diste cuenta. No, no quiero volver a quedar, no, no es por ti, lo siento de verdad, tengo novia, y voy a casarme, no, lo siento de verdad, no te enfades Mimi, vale, de acuerdo. Adiós-

Entonces estuvo con unos amigos en una discoteca llamada Dulce Fantasía, pero ¿qué amigos?, teóricamente dejó a María Amparo en su casa y volvió a su piso paseando. Y luego está Mimi. Se conocieron en esa discoteca. Y no puede ser, no puede ser, al parecer practicaron sexo, en la calle, encima de un coche. ¡Él! Que es virgen, que era virgen. Que se reservaba para su María Amparo. Él había perdido su virginidad con una mujer de ingle inquieta que conoció en una discoteca y de la que no recuerda nada. ¿Qué pasó anoche? ¿Cómo ha podido arruinar su vida de esa manera?. Bueno, si María Amparo no se entera de nada no tiene por qué ir mal.
¿Y qué amigos? Él casi no tiene amigos, los chicos del club de golf, ¿estaría con ellos anoche?, tras una ronda de llamadas descubre que no, que no fueron ellos. ¿Qué amigos, qué amigos? se pregunta una y otra vez mientras se da una ducha fría intentando lavar sus dudas.
Se viste y decide bajar a dar un paseo para despejar un poco la cabeza. No ha terminado de cruzar la esquina cuando alguien se le acerca por detrás. - Hola Pedro, ¿cómo anda ese cuerpo?- Es Miguel, un conocido del barrio, trabaja en un bar de aquí al lado donde a veces para a tomar un café con leche.
- Hola Miguel - saluda sin hacer ademán de pararse a conversar con él. Miguel continua andando a su lado - Pero Pedro, con lo amigable que estabas anoche, parecías otro -
Al oír eso Pedro para en seco y lo mira directamente a los ojos quitándose las gafas de sol. -¿Anoche? - pregunta incrédulo - ¿estuvimos juntos anoche? -
- Bueno, juntos, juntos, no. Te vi en el Dulce, y me sorprendió bastante, la verdad. Nos saludamos, pero tampoco me hiciste mucho caso. Lo estabas dando todo con aquella chavala. No veas que pibón Pedro. ¿Y la Mariampa, ya le has dado puerta a esa monjita? Has hecho bien chaval, que la vida son dos días y hay que saber vivirlos-
- Espera Miguel, lo primero que María Amparo y yo estamos juntos, seguimos juntos y vamos a casarnos. Con esa chavala no pasó nada, que quede claro. Y a María Amparo ni una palabra de esto. Aunque ya te digo, que no pasó nada, ¿de acuerdo?
- Claro que sí Pedro, ¿para qué están los colegas si no es para cubrirse en estos casos?.
- Mira Miguel, que yo anoche no hice nada malo. No le faltaría el respeto a María Amparo por nada del mundo.
- Como tú digas Pedro, pero que luego te vi calzándotela encima del capó de un Seat Ibiza.
- Por favor, Miguel, haz el favor. Te equivocaste de persona. No era yo.
- Claro Pedro, lo que tú digas, claro que sí.
- ¿Sabes con quién más estaba? La verdad es que tengo alguna que otra laguna...
- Pues no sé, la verdad, además de la chavala... bueno, había dos o tres mozos enchaquetados y engominados jaleándote, igual ibas con ellos, no sé, la verdad. No los había visto nunca.
¿Mozos enchaquetados y engominados?, ¿Pero qué hizo anoche?, ¿Qué clase de persona es?, perdió su virginidad y le faltó el respeto a María Amparo la misma noche, además le fue infiel, además delante de todo el mundo, además encima de un Seat Ibiza... no puede más con todo esto. Le falta el aire.
- Pedro, aquí quedas, que voy a abrir el bar, suerte con tus recuerdos. - se despide Miguel.
Pedro abatido se sienta en banco del parque. No sabe a quién llamar, cómo averiguar. Quién más lo ha podido ver bajándose los pantalones en la puerta de una discoteca.Qué vergüenza, piensa en su madre, en María Amparo, en la madre de María Amparo. ¿Qué clase de persona es?
Cuando se dispone volver a casa escucha su móvil sonar en el bolsillo. Es Mateo, un socio del buffet. ¿Qué puede querer un domingo? Al descolgarlo escucha la voz animada de Mateo al otro lado del teléfono.
- ¿Qué tal picha brava?, ¿Se ha portado bien Mimi? - lanza como saludo - Seguro que te arregló bien el cuerpo, ¿eh? - Mateo... Mateo era uno de los trajeados engominados, cómo no haberlo pensado antes... los otros dos tienen que ser sin duda Fran y Jose.
- Hola Mateo. Mimi y yo no hicimos nada, que quede claro.
- A otro con esas Pedro, que te vio media discoteca, y luego el espectáculo del Seat, solo espero que no haya vídeos, jajajjaja, vaya show Pedro.
- ¿Nos grabaron?, ¿Estás seguro Mateo? - su angustia aumenta hasta tal punto que acaba vomitando en un parterre.
- Pedro, ¿estás bien hombre? ¿Pedro?
- Sí, Mateo, espera, una cosa, hay algo que no entiendo, ¿cómo acabé con vosotros en ese sitio?
- ¿No te acuerdas Pedro? volvías a casa después de acompañar a María Amparo a la suya, nos encontramos en Gran Vía, te dijimos que te animaras a tomar algo con nosotros y aceptaste. Luego todo se fue un poco de madre, Fran te ofreció algo de cristal, y tú... pues eso... anoche estabas entregado, luego ya imaginas.
- No, no imagino Mateo, no recuerdo nada. Me siento fatal, no sé ni cómo llegué a casa.
- Jajajjaja, vaya con Pedrito, vaya, vaya. Después conociste a Mimi, y ya sabes, lo del coche en la puerta de la discoteca, espera, me está llamando Jose, no cuelgues - después de unos segundos que se hicieron eternos, Mateo retomó la conversación - Joder Pedro, joder, sí, sí que te grabaron, Pedro, mira Youtube, te he mandado el link, vaya marrón tío, vaya marrón...
- Espera Mateo, no cuelgues, una última cosa, ¿cómo llegué a casa?
- Pues en taxi, Pedro, como todos, si no te tenías en pie. Suerte con María Amparo, suerte el lunes en el Buffet.
En el momento en que Mateo cuelga Pedro mira el link que le ha mandado. El enlace lo lleva a la aplicación de Youtube, donde se visualiza un vídeo. Hay mucha gente alrededor de un Seat Ibiza.. el maldito Seat Ibiza... Y ahí de espaldas, con los pantalones por los tobillos está él, encima de la que debe ser Mimi, moviéndose de forma patética y gimiendo como un gorrino a las puertas del matadero. Todo el mundo a su alrededor corea su nombre, mientras Mimi abraza su cuerpo con dos piernas largas que acaban en unos zapatos de tacón y plataforma baratos.
Este vídeo es su ruina, todo se ha ido a la mierda en una noche, tanto esfuerzo para nada, tantos años con María Amparo para nada. Hundido regresa a casa, se encerrará y no saldrá en quince años, hasta que todo se olvide.
Al meter la llave en la cerradura, un vecino abre por dentro y se le queda mirando. Es Andrés, su vecino de enfrente.
- Hombre Pedro, ¿cómo estás?, ¿Qué tal la herida de la frente, te duele?
Inconscientemente Pedro se lleva la mano a la cicatriz. - ¿Cómo me la hice?, ¿Tú también estuviste conmigo anoche?
- No hombre, fue esta mañana, yo salía a correr y te vi llegar en un taxi. No podías con tu vida, así que te ayudé a entrar, solo que al intentar cerrar la puerta del portal te tuve que soltar un segundo y te precipitaste hacia las escaleras. Así te hiciste esa brecha tan fea, con el canto del peldaño.
- Vale, ya está. Todas las dudas resueltas. Gracias Andrés - dice en tono triste sin levantar la mirada de sus pies mientras se arrastra escaleras arriba hasta su piso - Nos vemos en quince años. Adiós.

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