Reto 12 # Primera cita

La pescadería estaba prácticamente vacía, solamente una persona - una señora enjuta, ya entrada en años - era atendida por el pescadero, quien le cortaba, con mucha habilidad y maestría, una pescadilla en trocitos pequeños, esmerándose en quitarle las espinas ya que la pobre mujer además de edad acumulaba una notable ceguera.


Manuel asomó tímidamente la cabeza por la puerta. Al percatarse de ello, el pescadero - Gabriel, se llamaba el buen hombre - le lanzó una amplia sonrisa a la vez que le gritaba agitando el afilado cuchillo en su mano derecha. - Vamos hombre, pase, pase, tenemos aún abierto, eso sí, quédese por lo menos a dos metros de mi Herminia, no me la vaya usted a contagiar por nada del mundo -
Manuel, ante dicha invitación, sonrió levemente y dio dos pasitos hacia el interior del local. Miró a ambos lados observando el recinto. Todo estaba más que limpio, y el pescado - aunque escaso - destacaba por su frescura. Unas doradas le miraban amontonadas sobre un puñado de nieve, casi como pidiéndole ayuda, o al menos así lo imaginaba él.
Una vez cortada la pieza marina en bellísimas porciones milimétricamente iguales y limpias de cualquier espina que pudiese causar una desgracia a la señora Herminia, Gabriel dispuso todos los trocitos en un cucurucho de papel encerado, que cerró en su base superior y a su vez metió en una bolsa de plástico. Tras la correspondiente transacción económica, Herminia cogió su bolsa y salió lentamente dando pasos cortos, mientras los cuatro ojos de los dos hombres que quedaron dentro de la pescadería la seguían pacientemente.
- Es una clienta de toda la vida, al final, quieras o no, se les coge cariño, ojalá y pase todo esto pronto, porque como le pille el bicho no volvemos a ver a Herminia por aquí... bueno, a Herminia y a muchos como ella... ay... vamos a ir todos a la ruina... Bueno, venga, no quiero hablar de esto que ya estamos todos un poco cansados. Dígame, caballero, ¿qué va a ser?-
- Eh... pues... - Manuel no paraba de mirar los peces expuestos en varias bandejas de corcho. Su vista iba de las lubinas a los boquerones, de las pescadillas a los calamares... ¿Cómo se le había ocurrido esa idea? En realidad no había sido idea suya. No sabe bien por qué siempre se deja llevar. Es un tonto.
- Oiga - le pregunta Gabriel, parapetado tras su mascarilla - ¿se encuentra usted bien? Está un poco pálido. No estará contagiado, ¿verdad?-
- No, no, claro, que no. Esto, quiero boquerones, sí, eso es, boquerones.-
- Eso está muy bien, me los acaban de traer esta misma mañana, verá usted que buenos están. ¿Cuánto le pongo?
- Eh, no sé.. cinco...-
- Jajajjajaja, qué dice hombre, vaya humor tiene usted. ¿Un cuarto?, ¿Para cuántas personas son?, ¿O va usted a congelar para otras veces?, ahora se lleva mucho eso, ¿le pongo entonces un kilo?-
- Sí, eso es, un kilo....-
No había terminado Gabriel de arrastrar con sus dedos enguantados una lámina de papel cuando una algarabía le sobresaltó. En la puerta del local, casi como si de un vendaval se tratase llegaba una mujer fatigada - presumiblemente venía corriendo - envuelta en un abrigo de pieles y subida a unos tacones de aguja. La mujer, de unos cincuenta años más menos, lucía un moño deshilachado que intentaba arreglar a toda costa con su mano de dudas rojas y largas. Iba pintada, excesivamente maquillada, como si la hubieran sacado de un bar de copas un sábado a las 2 de la mañana y la hubieran soltado de golpe allí, en la pescadería de Gabriel.
- Hola señora, adelante, está abierto - la invitó a pasar el pescadero - recuerde lo de los dos metros de separación entre clientes.
- ¿Manuel? ¿Eres tú? - dijo la señora ignorando completamente al pescadero, así como su recomendación de seguridad y acercándose despacio a Manuel - sí, eres tú, claro que eres tú... -
- Hola Manuela.... - acertó a balbucear Manuel a la vez que su cara iba tornándose cada vez más colorada.
Gabriel asistía a la escena muy bien sin saber qué decir ni qué hacer mientras seguía sujetando entre sus manos la hoja de papel, aún sin enrollar.
- Bueno, pues aquí estamos, ¿qué tal estás?, me alegro mucho de conocerte, aunque... bueno, no te esperaba así, tan, tan, tan descuidado... supongo que será cosa del confinamiento.
Manuel no atinaba a abrir la boca, solo miraba sus zapatos sucios y gastados.
- Pero ya está, qué le vamos a hacer.- continuaba Manuela muy resuelta - Tal vez deberías haber elegido otro sitio para nuestra primera cita, pensaba que este sitio tendría más, más glamour. Es bastante cutre. No se me moleste usted caballero - dice entonces dirigiéndose por primera vez a Gabriel  quien la miraba atónito - pero es que se nota que aquí falta la mano de una mujer. Y ni un banco, ni una triste silla. ¿Dónde esperan sus clientes a que les atienda?, ¿Todos de pie? Mira Manuel - vuelve a dirigirse al susodicho que cada vez parece más abochornado - esta vez pasa, pero en la próxima cita, si es que hay próxima claro, dependerá de cómo acabemos hoy, elijo yo el sitio, que conozco una panadería preciosísima, con un banco elegantísimo para esperar. Venga, vamos a ese rincón que este señor - murmulla lanzando una mirada de reproche al pescadero - parece que quiere enterarse de todo, y nadie le ha dado vela en este entierro - dice ahora sí levantando la voz y mirando directamente a Gabriel.
- Pero bueno, será posible - dice enfadado Gabriel dejando el papel sobre los boquerones y dando la vuelta al mostrador para encararse directamente con la señora - ¿Me están ustedes diciendo que han quedado en esta pescadería para conocerse?, ¿Me están diciendo que aprovechan que mi local está abierto para tener una cita? - grita cada vez más enfadado y acercándose ya sí, mucho, a la señora del abrigo de piel.
- ¿Pero qué bicho le ha picado a este hombre? Oiga, que así se le llena el local, que buena falta le hace... - se defiende Manuela mirando a ambos lados y evidenciando que no hay nadie - pero vaya, que si le molesta nos vamos. Venga Manuel, yo tiro delante y tú me sigues a dos metros, no nos vaya a parar algún policía. Conozco una pandería preciosísima, con un banco elegantísimo para esperar....

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