Reto 4 # Año nuevo chino

- A ver, vuelva a explicarme todo desde el principio...
- Pero si ya se lo he contado tres veces, a usted, a su compañera y a los chicos que vinieron a buscarme. 
- Bueno, pues pruebe una cuarta, a ver si esta vez consigo entenderle.
- Buf... saca de quicio a cualquiera... está bien... ¿desde el principio?
- Sí, desde el principio. 
- A ver, pues en Villamedina hay una familia de chinos, llevan allí casi 10 años viviendo. Ya sabe que somos pocos habitantes y si no llega a ser por sus dos niños ya nos hubieran cerrado el colegio. 
- ¿A qué se dedican?
- Él es informático o no sé, algo de ordenadores y ella es dependienta de una tienda. Los dos trabajan en Soria, pero solo por la mañana. A mediodía, después de recoger a los críos del colegio comen en casa y por las tardes van al parque, con otras familias con niños. No parecen chinos, mire usted. Bueno, sí por los ojos y eso, pero me refiero a que se relacionan con otras familias y otros vecinos. Que yo he visto otros chinos que... 
- Vaya al grano señor alcalde. 
- Ay sí, que me lío. Total, que son muy buenos vecinos y desde el ayuntamiento queríamos tener un detalle con ellos. 
- ¿Qué tipo de detalle?
- Bueno, queríamos celebrar el Año Nuevo Chino. 
- Ya veo... 
- Queríamos que fuese una sorpresa, para que se sintiesen como en casa, ya sabe usted. Entonces le dije a mi sobrino, que es concejal, que buscase por internet "Cosas que se hacen en el Año Nuevo Chino". Encontró cosillas muy curiosas oiga: petardos, sopas, dragones. Sí, sí, dragones. De mentira, no vaya usted a creer.
- ¿Y algo más?
- Bueno, sí, los dragones llevaban fuego. 
- Entiendo...
- Como todos los vecinos querían colaborar repartimos las tareas, algunos niños hicieron sobres rojos, las mujeres unas sopas con unos fideos largos... aunque no conseguimos todos los ingredientes, porque oiga, a ver dónde busca usted algas kombu o kumbu o no sé qué... 
- Que se lía usted otra vez...
- Ay sí, lo que iba diciendo... y a los chavales jóvenes se les dejó hacer los dragones, los pintaron y quedaron preciosos, oiga, pre-cio-sos. 
- Vayamos a lo que pasó aquella noche.
- Aquella noche... ay majo, qué noche la de aquel día... Estábamos nerviosos desde la tarde. La idea era quedar en la plaza todos e ir juntos hasta la casa de los Lin... Pero ay, ¡mi madre cuando llegamos a la plaza...! cuantísima gente que había allí, gente de toda Soria, ¡qué digo!, de toda España... o a saber, porque había hasta chinos, ¡muchos chinos!
- ¿Y cómo se convocó a tanta gente allí?
- Pues vea usted majo, mi sobrino, el muy granuja, que lo puso en facebook, y de unos a otros, de unos a otros... allí se montó la de Dios es Cristo... 
- ¿No pensaron en anular la fiesta?
- ¿Cómo? Llevábamos semanas preparándola, todo había quedado precioso, el dragón, los farolillos, los adornos... ¡hubiera sido una lástima todo aquello en la basura hombre!
- ¿Y qué hicieron?
- Pues allá que fuimos hacia la casa de los Lin. No cabía un alma, y más gente que seguía llegando, ni en los mejores tiempos Villamedina se había visto en otra. No se podía ni caminar por la calle. Imposible hacer callar a tanto paisano. 
- ¿Y cuándo pasó... ya sabe... el altercado?
- Pues verá, al llegar a la casa de los Lin, no sé quién empezó a tirar petardos, cohetes, fuegos artificiales... con tan mala suerte que una ascua fue a caer encima del dragón. El dragón a su vez llevaba pólvora para simular que escupía fuego... y ya se puede imaginar el resto... 
- No, no puedo, continúe. 


- La gente se asustó porque el dragón ardía como si de una candela se tratase, empezaron a correr, intentar salir del salchucho que se había montado, los Lin salieron asustados, los músicos que no paraban de tocar, arrancaron los empujones, las patadas, puñetazo aquí, tirón del pelo allí, pisotón ahí... 
- ¿Y.…?
- Pues nada, dos horas más tarde fue cuando nos trajeron aquí sus amables compañeros... ¿quiere que se lo vuelva a contar?

- No, no... creo que esta vez me queda todo bastante claro...


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